domingo

El fraude de Hanoi

Queda claro que mi estimadísimo SGGGHHIII se encuentra ávido de conocimiento. Nos dice en un segundo mail:


Profesor usted conoce muy bien la antigua leyenda sobre las torres de Hanoi y la duracion del mundo.
¿Es posible que la profecia no tomara en cuenta el poder de los modernos ordenadores y que el mundo llegue a su fin digamos: hoy a las seis de la tarde?



Hace bien en decir que conozco la leyenda, y entiendo que muchos de ustedes, sino todos, la conocen también.
Es por demás acertado relacionar esta profecía con los modernos ordenadores.
Verás, en tiempos en que la profecía fue realizada, se estimaba que los monjes pasarían su vida dedicados a mover anillos, y que el final era, sino inminente, seguro. Sin embargo, no se tomó en cuenta que avanzaría la tecnología, y los ordenadores (el PC) estarían en las casas de todos los parroquianos. Mucho menos se imaginó que la gente se pasaría horas entera con el ratón en la mano.
Y en ese olvidarse, o no preveer, se obvió el tema "internet". El poder de internet fue, y es, tan grande, que los monjes hace ya rato que han dejado de mover discos, para dedicarse a administrar sus Facebook y MySpace (se cree incluso que uno o dos tendrían Fotolog).

De todos modos, no debemos olvidar que, aún cuando los monjes hubieran seguido quitando y poniendo discos, nada le hubiera sucedido al mundo, no por culpa de ellos al menos. Y es que el verdadero fin del mundo está íntimamente relacionado, y de manera casi exclusiva, con la Teoría de las cuerdas y el gravitón (el ritmo que se viene) desarrollada, primigeniamente, por Soquístides en el sigloVI A.C.

Los pobres monjes, como te podrás dar cuenta a esta altura, fueron timados por el gracioso del condado, un tarotista mitómano que abusó de su buena voluntad y fe.

2 comentarios:

Att dijo...

Mientras algunos se van retirando caminando hacia atras haciendo breves reverencias y sin querer mirarlo a los ojos yo me animo y exclamo fervorosamente:
Profesor continue ilustrandonos.
La brisa de sus palabras precisas corre el velo de la ignorancia suspendido ante nuestros ojos.
Y abre de una patada la claraboya de la sabiduria para dejar pasar la luz de la verdad y el conocimiento como si este fuera un gato, roedor o alguna otra alimaña.

Prof. Glissendorf dijo...

Agradezco tus cálidas palabras, por demás exageradas. Para ilustrar, mejor Breccia.

Y el conocimiento, como bien mencionás, es bastante parecido a un cobayo, aunque tiene un estilo un poco más chileno.

Saludos cordiales.